
Las Reservas Democráticas
de Colombia son un colectivo de fuerzas equilibrantes de los intereses
humanos, incluyente, amplio, democrático, de avanzada, con profundos
criterios sociales y éticos; compuesto de manera plural, por ciudadanos
de muy variada procedencia, concientes, comprometidos, unidos, en la
lucha por la defensa del Estado Social de Derecho; tutores de la
Constitución Política de Colombia, veedores de la Soberanía Nacional, en
pie de lucha por la integración de la Comunidad Latinoamericana,
opuestos a todo tipo de exclusión y protectores del cabal cumplimiento
de los Derechos Humanos. Las Reservas Democráticas de Colombia se
constituyen en una organización comunitaria que aporta honorabilidad a
las instituciones que trabajan por un país justo, libre del
autoritarismo y de la guerra, donde el ser social, el trabajo y la
dignidad humana sean centros rectores del pensamiento libertario.
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El Comunitarismo
Debido a los problemas del individualismo,
algunos autores como Taylor, Sandel y Walzer
han planteado la necesidad de considerar los tenias clásicos del
liberalismo desde una perspectiva comunitaria.
El modelo comunitarista es liberal por tres
razones: primero, porque considera válidos ciertos conceptos típicamente
liberales, como libertad, igualdad, derechos, justicia distributiva, etc;
segando, porque no ve las instituciones liberales como algo que debe ser
abolido o modificado en su totalidad, sino más bien las considera como
algo que ha sido logrado a través de la práctica política de ciertos
grupos sociales; tercero, porque distingue entre la justicia en general
y la justicia distributiva: mientras que un comunitarismo socialista
trataría de cambiar, por ejemplo, una cierta estructura económica y
social como el capitalismo, el comunitarismo liberal afirma que se
tienen que conservar ciertas estructuras mejorándolas mediante un
sistema de justicia distributiva.
Sin embargo, aunque el modelo comunicaríais
afirma ciertos valores liberales, explica de una manera diferente, así,
abandona el individualismo ético, político y económico para dar cuenta
nueva del sujeto social, de la cooperación y de la justicia
distributiva.
Charles Taylor recurre a la idea
aristotélica del hombre como animal social y político que no puede
autorrealizarse fuera de la comunidad.
Según esta idea, el hombre sólo puede
constituirse como sujeto moral dentro de una comunidad en donde existe
un lenguaje y en donde haya un discurso moral. Todos los conceptos
morales y políticos que usamos como el de persona, de dignidad, de
autonomía, son logros históricos y culturales que necesitaron, para ser
aceptados, de la existencia de ciertas instituciones y asociaciones
estables y continuas. Estos conceptos no pueden ser considerados como
elementos a priori que el hombre posee en una situación hipotética,
previa al surgimiento de la política, sino que dichos conceptos son el
resultado de movimientos políticos y sociales, que han quedado plasmados
en las instituciones.
Un ejemplo de esta tesis lo constituye la
interpretación comunitarista del concepto de libertad. Dicho concepto se
basa en los siguientes supuestos: primero, el desarrollo de la libertad
requiere de una comprensión del sujeto y únicamente mediante esta
comprensión las aspiraciones del hombre de lograr cierta autonomía y
autodirección se vuelven concebibles; segundo, la comprensión no es algo
que podamos conquistar por nosotros mismos, sino que en gran parte es
algo que se define a lo largo de nuestras conversaciones con otros y de
nuestras prácticas en la sociedad.
Por estas razones la idea del hombre libre
requiere de una matriz social. Por esta matriz social, y a través de una
serie de prácticas, la sociedad les reconoce a los hombres el derecho
que tienen de tomar decisiones y de participar en el debate político.
Otra característica del comunitarismo es la
del sujeto dotado de una capacidad de elegir, pero también dotado de una
capacidad de reflexionar.
La capacidad de elegir está restringida a
varios planes alternativos y a las consecuencias probables que se
obtendrían si se eligen esos planes, así como a la intensidad relativa
de los deseos e intereses del agente.
Por su parte, la capacidad de reflexionar
nos permite tener una comprensión de nuestra subjetividad que, si bien
nunca es transparente, por lo menos no es tan opaca. La reflexión
muestra que la subjetividad no es una idea fija, sino que se va
conformando a través de la vida y por la participación en la comunidad.
También la capacidad de reflexión permite que los agentes posean una
autocomprensión en un sentido fuerte, permitiendo a los agentes
participar en la constitución de su identidad.
Mientras que para el agente que elige, lo que importa es la deseabilidad
de los consumos distintos, que son definidos por los deseos de facto; el
que reflexiona también examina los distintos modos de ser un agente.
La manera de concebir a la gente,
característica del modelo comunitario, implica una manera peculiar de
concebir a la comunidad. La comunidad vista por el modelo no es un
instrumento ni un sentimiento sino una manera de autocomprensión. Esto
equivale a decir que los miembros de la sociedad conciben su identidad
por el grupo del que forman parte.
Para los defensores del comunitarismo, el
problema del individualismo es que al distanciar los sujetos los sumerge
en una circunstancia ajena a ellos. El sujeto del individualismo se
encuentra fuera de la política ypor ello queda convertido en artículo de
fe. En palabras de Sandel,
el individualismo minimiza el peligro de que cuando la política marcha
mal surge el desencanto, y olvida la posibilidad de que cuando la
política va bien nos demos cuenta de que podemos conocer en común lo que
no podemos conocer solos.
El último punto que diferencia al
comunitarismo del individualismo es el que se refiere a la manera de
concebir la justicia distributiva.
Los modelos que parten de la noción del
hombre como animal social no parten, como lo hace el individualismo, de
una situación hipotética estado de naturaleza, posición original, etc.-
sino que afirman la existencia de una estructura social que es la
condición del desarrollo de las potencialidades del hombre. Esta
estructura puede ser la familia, la polis, la sociedad sin clases, etc.
Esto equivale a decir que existe una
situación social antecedente, necesaria para plantear cualquier modelo
de justicia distributiva. También significa que el tejido de la
distribución está determinado por el carácter de los bienes que van a
ser distribuidos, ya que éstos han variado históricamente.
Ahora bien, la estructura no puede ser
cuestionada en nombre de la justicia distributiva; por ejemplo, si nos
encontramos ante una sociedad de castas, tenemos que tomar en cuenta que
se les dará más a aquéllos que ocupan un lugar privilegiado. Tampoco se
podría objetar, en nombre de la igualdad, el status especial o el
privilegio de un rey o un sacerdote en una concepción jerárquica de la
sociedad. Estos aspectos son importantes para plantear el problema de la
distribución, ya que si en una sociedad la estructura más importante es
la familia, por ejemplo, no tiene porqué hacerse la distribución de
acuerdo con los individuos. También es importante tomar en cuenta los
bienes particulares para distribuir ya que éstos pueden variar.
El conocimiento de la estructura también
permite conocer las potencialidades humanas y saber cómo pueden
realizarse esas Potencialidades.
Una vez que se tiene detectada la
estructura, se deben considerar los principios de la justicia
distributiva. Tomando en cuenta que la idea del hombre como animal
social está relacionada con la idea de un bien común, parece claro que
ciertas personas merecen más que otras porque su contribución al bien
común es más importante.
Esta idea está basada en un principio de
contribución que Taylor llama: mitigado.
El principio de contribución mitigado tiene
dos características: primera, la afirmación de que dado que la vida en
común ayuda a los hombres a realizar sus potencialidades, aquellas
personas que contribuyen más a la comunidad merecen más; segunda, la
afirmación de que dado que la vida comunitaria es un bien en sí mismo,
al adquirir ese bien estamos obligados a pagar una deuda, y ésta nos
lleva a respetar los principios de la distribución.
Tanto las cuestiones de la estructura como
las del principio de la contribución mitigada se derivan de la
naturaleza de la asociación y de los bienes perseguidos en común. Esto
significa que las demandas de la justicia distributiva pueden ser
diferentes en distintos momentos de la historia y en sociedades
diferentes.
El error de las teorías individualistas,
incluyendo las igualitarias, consiste en operar como si existiera un
criterio único de la distribución. Por su parte el comunitarismo afirma
que puede haber varios criterios de distribución. En algunas
circunstancias un criterio de distribución que responda a las
necesidades puede tener prioridad sobre el criterio de la contribución.
Ahora bien, las sociedades occidentales se
caracterizan por descansar en estructuras igualitarias. Por ejemplo, ya
no pensamos que ciertos individuos porque nacieron en una determinada
familia merecen más que otros, o que algunos individuos por ser de algún
color merecen más.
Por esta razón, la idea que subyace a los
problemas de la justicia distributiva es la idea de igualdad. Las ideas
básicas respecto a la igualdad se expresan en una preocupación por
nivelar las diferencias permitidas en salarios e ingresos y en una
preocupación por implementar políticas igualitarias. Estas dos ideas
igualitarias son las condiciones de posibilidad de la democracia, ya que
su cumplimiento permite que un mayor número de personas tengan
oportunidad de participar o de ser representadas en los debates
políticos.
Creo que es evidente que el modelo que más
se adapta al ideal democrático tal y como lo plantean Bobbio y
Macpherson es el comunitarismo, por varias razones.
Primero, porque la democracia puede verse
como un bien social en sí y no simplemente como un instrumento político
que permite a los individuos satisfacer sus intereses particulares.
Segundo, por el énfasis que pone en la
existencia de ciertas estructuras sociales previas a cualquier
distribución, este aspecto nos obliga a considerar la importancia de los
estudios empíricos sobre los grupos sociales. Dichos estudios nos pueden
dar un conocimiento de las necesidades de la sociedad, señalando cuáles
son los recursos que se deben distribuir y mostrando las posibilidades
reales, aquéllas que van hacia la descentralización y la
autoadministración.
Tercero, el modelo comunitario, al plantear
la necesidad de tomar en cuenta la existencia de una diversidad de
grupos dentro de una sociedad coincide con la visión de la democracia
como una estructura piramidal. Macpherson piensa que puede existir una
democracia directa a través de pequeños grupos, como habitantes de un
barrio, obreros de una fábrica, asociaciones feministas, etc. En estos
grupos se llevarían a cabo debates directos, se tomarían decisiones por
consenso o por mayoría y se eligirían delegados que formarían un consejo
en un nivel más amplio, como por ejemplo, un distrito o una pequeña
ciudad. Los delegados contarían con instrucciones de sus electores y
serían responsables ante ellos. Así se llegaría a un nivel más alto,
como por ejemplo un consejo nacional.
Cuarto, el comunitarismo permite tener una
visión de la democracia como una conquista histórica y como un bien
común que debemos conservar y perfeccionar para dar la oportunidad real,
como lo afirma Bobbio, a que más personas participen en la vida política
en un país.
Sin duda, con frecuencia creemos que este
modelo es ilusorio o utópico, porque creemos que el comunitarismo es
algo ajeno a nuestra realidad social. Sin embargo, nos queda la
posibilidad de pensar acerca del comunitarismo, lo que Aristóteles pensó
de la amistad, que no se asemeja a una emoción, sino a una virtud y como
tal, requiere del hábito
LIBERALISMO Y DEMOCRACIA
Author: Paulette Dieterlen
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